jueves, 8 de enero de 2015

Echo de menos el 2014

Me ha dado por echar de menos el 2014. Ese número tan bonito y par, tan de habitación de hotel de lujo asiático. El 2015 suena más a número de espera en la cola para hacer la declaración de la renta. A2015. Sólo nos puede deparar, a la vuelta del panel desmontable, una cara aburrida incapaz de la sorpresa. Echo de menos el 2014, con todos sus cambios. Y el 2013, con la llegada de Noa, ese nuevo planeta. Y el 2012, con toda la humedad de Estambul. Y el 2011, con ese vestido blanco hasta los pies que no volverá a salir del armario y aquella tortuga enorme poniendo huevos a mis pies, esforzándose hasta la extenuación para conseguir que al menos, sólo por estadística, uno o un par de sus cien futuros hijos sobreviva al primer día de vida.
Echo de menos todos y cada uno de los años que he vivido. Echo de menos esa foto irrepetible que se me cayó del monedero y aquella manera en que veía relamerse unos labios después de dar un beso. Echo de menos todos los pelos que he perdido en el año del puerperio y a mi abuelo, que al final se murió tal como anunciaba que se iba a morir a pesar de que los médicos le dijeron que el corazón lo tenía perfecto. Pero el sabía que no, cómo iba a estar perfecto su corazón si lo habían herido tantas veces siendo un niño. Un día se fue al barbero y al volver a casa se sentó en su sillón porque no se encontraba bien. Y se le paró, sin más. Y se llevó toda la verdad sobre sus años vividos, que echo tanto de menos. ¿Quién me va a contar de dónde vengo ahora que no está? ¿Quién me va a explicar el porqué de la forma de mi nariz? Prometió contarme su historia secreta, pero no se animó a tiempo. Quizás él también sintió añoranza de sus años silenciados, o al menos la sintió de no haberlos compartido con nadie, y empezó a hablar, aunque ya era tarde.
Echo de menos el peso escrito en gramos en un casco de moto y la carne fría de mis muslos apretada contra otro cuerpo que aún me era extraño. Echo de menos no saber que aquel frío, aquel deseo, aquel amor, aquellas promesas, aquellas ganas y aquellos sueños seguirían existiendo, pero desordenados por el viento levantado por todos estos años al pasar.

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