miércoles, 1 de marzo de 2017

Diario de la niña de fuego. Carnaval, desconocidos, ratones y cucarachas

5.50 h. Noche cerrada. No hay nadie en la calle, salvo el hombre que reparte el pan precocinado a las panaderías, la señora de la limpieza que adecenta la biblioteca pública y de la que hoy solo veo el palo de la fregona atravesado en el dintel de una puerta y el vagabundo joven y alto que se está desayunando con vino blanco de cartón dentro del cajero automático que hoy le han dejado abierto. Vuelve a hacer frío y los del banco, aunque interesado, tienen su corazoncito. Los edificios están a oscuras, salvo por alguna salpicadura de luz aquí y allá. Algún insomne, algún condenado que empieza a empujar su piedra cuesta arriba.
Me siento frente al hombre de pelo cano con el que coincido a diario en el metro. Otro condenado, aunque su condena parece mejor que la mía: buen corte de pelo, deportivas de una de esas marcas que gustan a aquellos que fingen no estar interesados en las marcas, libros de no ficción de tapa dura y esa apariencia tranquila que suele aportar una cuenta corriente ajena a los números rojos. Me gusta ese hombre. Me gusta encontrármelo y sentarme delante. Siempre lo hago. Prefiero el paisaje de su rostro tan parecido al de esos actores argentinos, los Alterio, y que por edad se situaría entre el padre y el hijo, a las miradas polvorientas de los currantes. Libros sobre historia para horas en las que la ficción parece una mala broma. Y revistas dominicales. Las ojea siempre, da igual que estemos ya a miércoles. Quizá sea periodista y revise con cuidado su trabajo o el de otros. O quizá se reserva las pequeñas píldoras edulcoradas de realidad que guardan las páginas de papel estucado para los ratos en los que el ensayo histórico o filosófico se hace demasiado difícil de digerir.
El día de Carnaval me lo crucé por la calle, la primera vez que nuestro encuentro no era subterráneo. Yo iba disfrazada de Olivia Newton John en "Grease", con una peluca rubia y la dignidad enfundada en unos pantalones de plástico negro que me constaron casi ocho euros en un bazar chino. Estuve a punto de saludarle, pero recordé que a pesar de haber cruzado muchas miradas alternas no nos conocemos. Sólo somos dos desconocidos acostumbrados a vernos a diario. Al final su mirada, después de detenerse ese instante de reconocimiento inesperado imposible de evitar, también pasó de largo. Hoy, los dos hemos fingido ser todavía un poco más desconocidos.
Más tarde, en el tren, me he sentado detrás de dos mujeres de más de cuarenta años disfrazadas de Minnie Mouse a las que el rímel corrido les acentuaba el cansancio. Volvían a casa después de una fiesta. Sus orejas negras de ratón, sus bigotes medio borrados y sus falditas de lunares contrastaban con su conversación: mechas, cambios de look, celulitis, ingesta masiva de líquidos, cláusula suelo, agua con limón en ayunas, metabolismo, un vecino deportista, masajes y cartucheras. Cuando han llegado al pan, la leche y ese pecado nocturno llamado queso he empezado a pensar que nos merecemos todos los males que nos depare el destino como género (femenino) y como especie (humana, en general). Si estuviera a su lado, si tuviera que hablar con ellas, si fueran compañeras de algo, sus palabras me convertirían en una figura de cera sonriente y muda. Empiezo a desear que se bajen en la siguiente parada con una fuerza cercana a la agresividad. Me salvan los auriculares y Spotify. Me salvan Silvia Pérez Cruz y Cécile McLorin. Me salvan mujeres con voz de diosas, y las "Paraules d'amor" de Serrat y el Alba de Aute que coincide con el cielo rosa que veo a través de la ventanilla del vagón. Sin embargo, al final la botella de Chavela Vargas me recuerda que en realidad no te salva ni dios.
Las ratonas y yo nos hemos bajado en la misma estación. Han salido primero ellas. Bostezaban y se tambaleaban un poco. Al poner el pie en el andén casi piso una enorme cucaracha de color whisky. He tenido que dar un salto ridículo para evitar mancharme con las tripas del bicho la suela de las botas que he conseguido estas rebajas al 50% y que precisamente estrenaba hoy.

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