domingo, 22 de diciembre de 2019

La mujer incompleta. Mi cuerpo es un campo de batalla

Mi cuerpo es un campo de batalla. Mi cuerpo es un páramo que recorrer sin cantimplora ni ropa adecuada. Mi cuerpo es un lago que atravesar a nado con un cuchillo entre los labios por si acaso aparece un cocodrilo con hambre atrasada. Hambre de reptil que solo come de vez en cuando.
Comer carne podrida, carne ablandada por el agua y la muerte. Carne que apesta pero que nutre igual. Mi corazón aún late. Mi corazón no me deja desaparecer. El tic tac de mi cuerpo mantendrá alejado al cocodrilo. Aún hay demasiada vida en mí. Demasiada espera antes del mordisco. Me dejará morirme un poco más. Me dejará perder aún más. Quedarme en cueros y agotada, tumbada sobre el agua antes de hundirme. Aprendiéndome el cielo antes de contemplar las profundidades de ese río oscuro en el que vive el cocodrilo hambriento.
Me canso. Tengo ganas de dejarme ir. Aunque no sé cómo se hace eso. No sé cómo se desaparece a pesar de estar borrándome. Me difumino. He perdido ya los límites de mi cuerpo. Mi cuerpo como una sábana extendida sobre la que poder tumbarse y descansar. Mi cuerpo como manta envolvente que calienta pieles heladas de reptil o de náufrago perdido.
Huiría a través de ese lago. Atravesaría mi cuerpo desierto para aparecer en otro lugar. Pero no sé cómo se hace eso.
Qué pena. Qué pena mi verdad, qué pena mi mentira, qué pena el nosotros perdido en la batalla, qué pena el tú escondido en la trinchera de mis muslos, qué pena mi cuerpo vacío de fututro, mi vientre hueco, mi sexo húmedo de deseo.
Qué pena el cocodrilo que puede morirse de hambre si mi corazón no se para.

No hay comentarios:

Publicar un comentario