miércoles, 18 de enero de 2017

Diario de la niña de fuego. De currantes y bragas

Otra vez el revisor ha pasado por los pasillos del tren despertando a los viajeros más madrugadores. Es el primer tren, el único que además de currantes ojerosos lleva revisores.
Le he vuelto a ver. Hacía semanas que no le veía, desde Navidad. Sospechaba que le había tocado el gordo o le había cambiado la suerte, o al menos el horario, y ya no tenía que madrugar tanto, pero no; habrá sido cosa de no coincidir en el mismo vagón. Ahí estaba esta mañana: el hombre del jersey azul y de los tejanos demasiado anchos con el bajo doblado. Siempre el mismo jersey y los mismos tejanos, y esa cara de ver a través de las paredes. Al menos los ha llevado estos dos meses en los que hemos coincidido casi a diario. Antes, además, cogía una bolsa de FNAC con algo blando dentro, pero ahora ni eso. Tenía curiosidad por saber si el bombardeo de los informativos con lo de la ola de frío siberiano iba a calar en el hombre de azul y si se haría con un abrigo, pero no. Iba a afrontar las temperaturas bajo cero a cuerpo gentil. Hoy tampoco llevaba abrigo, ni bufanda, ni guantes, ni una braga de esas negras que llevan los currantes y los jugadores de fútbol, como Piqué. Ya tienen algo en común los currantes y los jugadores de fútbol multimillonarios: las bragas en el cuello y el frío.
Al otro lado del pasillo bostezan dos de esos currantes, parecen padre e hijo, también parecen rumanos, por el acento y las orejas. Además de frío y bragas en el cuello, tienen mucho sueño y dos mochilas que parecen robadas en la puerta de un colegio: la que está entre los pies del padre es del barça y la que descansa al lado del que parece su hijo es de Mickey Mouse. Van llenos de polvo, de manchas, de sueño y al bajarse en un apeadero congelado se cuelgan a la espalda esos rectángulos de infancia que tan mal les quedan. Los currantes parecen mayores que yo incluso siendo casi unos críos. Eso no lo tienen en común con los futbolistas niños que se ponen a tener hijos unos diez años antes de la media nacional. Será cosa de buscar el calor, y del dinero.

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