viernes, 10 de enero de 2014

No me gusta

No me gustan los hombres delicados. Ni los tiquismiquis escrupulosos que arrugan el hocico ante la sola idea de entrar en un bar con el suelo cubierto de servilletas de papel y una familia agotada y desgastada tras la barra.
No me gusta que esos hombres no sientan esos escrúpulos antes de mentir y manipular.
No me gustan los hombres que temen la más mínima arruga en el forro de su abrigo caro e impecable.
No me gustan las mujeres que se parecen a esos hombres.
No me gustan los lunes, ni los martes. No me gustan las mañanas frías, ni los abrazos helados, ni los pechos falsos.
No me gustan las personas a las que no les gustan los animales.
No me gusta no gustar, aunque cada vez me importa menos.
No me gusta madrugar, ni acostarme temprano, ni esas noches en las que sueño con caminos no andados.
No me gustan las miradas opacas, ni los ojos que miran para otro lado.
No me gustan los bares de moda, ni las copas de balón que tanto gustan a los hombres delicados.
No me gusta sentirme inválida para tantas cosas, ni la pereza que me da intentar cambiar.
No me gusta mi debilidad, aunque la perdono siempre en los demás.
No me gustan los zoos, ni las peceras, ni las jaulas.
No me gusta no ser capaz de volar.
No me gustan los hombres que corren solo para adelgazar. Prefiero a los que huyen.
No me gusta que me miren las tetas justo después de decir que no doy el pecho a mi hija.
No me gusta sentir que cada vez el tiempo pasa más deprisa.
No me gusta saber quien no voy a ser.
No me gusta el azul. Es triste e inmenso.
No me gusta el solo sin acento, ni la multitud.






No hay comentarios:

Publicar un comentario